Fundación Mi Sangre rechaza expresiones que promuevan la xenofobia y propone otro camino: Integrar y crear oportunidades.

Hoy, cuando en Colombia las voces y opiniones tienen por tema la xenofobia y el racismo, nosotros desde Fundación Mi Sangre, declaramos que todas y todos estamos bajo el mismo techo.

Medellín, 30 de Octubre de 2020 – Bien lo dijo el escritor Octavio Paz: Lo primero que hace el hombre ante una realidad desconocida, es nombrarla. Así, en el lenguaje definimos y creamos nuestro mundo, y las palabras en el eco de los micrófonos, las cámaras y las redes sociales, no solo forjan opiniones en los demás, sino que moldean comportamientos.

Una sola palabra en la voz de una sola persona puede cambiar la vida de miles. Decir en voz alta estigmatizar, venezolanos y deportación en una misma oración significa no solo una declaración pública sino una promoción de rechazo y juicio por una comunidad específica que ha migrado desde el país vecino. 

Y fijar la mirada en los venezolanos, como respuesta a los índices de violencia, no es un llamado a la atención de este flagelo, sino un llamado a la misma violencia. La violencia que es la discriminación y el odio, la violencia física, verbal, psicológica, la violencia que se miden por el tipo de cédula y la condición. 

“Estamos seguros de que la solución no es señalar, ni mucho menos generalizar. La solución es integrar nuestras culturas, crear oportunidades y tejer puentes”, como dice Catalina Cock, directora y cofundadora de Mi Sangre. Una organización que lleva 14 años trabajando en el país brindando oportunidades a los niños, niñas y jóvenes y previniendo riesgos y violencias para que sean ellos, las nuevas generaciones, protagonistas en la construcción de una cultura de paz.  

En este llamado particular, que es la integración de dos culturas, la organización ha convocado a 400 jóvenes venezolanos y colombianos de cinco ciudades en un proceso que los invita a creer y crear su proyecto de vida bajo un mismo techo. En un país donde quepamos todos y todas. 

Estos jóvenes, que desdibujan las fronteras y los títulos de nacionalidad, han demostrado ser embajadores de una paz que se teje primero en el respeto, el encuentro y la cocreación.  Juntos han vivido experiencias de formación, espacios de acompañamiento psicosocial, lideran sus propias iniciativas colectivas para el cambio  y para construir su propia realidad, una escrita por ellos mismos y no por las circunstancias.

“Me siento muy agradecida porque ser migrante no es nada fácil, pero en este proyecto nos han enseñado a que uno siempre debe seguir adelante y que hay tiempos duros en los que uno tiene que aprender a afrontarlos con la cabeza en alto. Creo que así como yo, hay muchos otros jóvenes que también lo necesitan”,

Dice Karerlin María Jinete Irazabal, joven venezolana participante del proyecto en la ciudad de Cartagena. 

Creemos que para lograr los cambios que queremos en el mundo y en particular en nuestro país, debemos abordar no solo los síntomas del problema, en este caso, la violencia, sino las raíces más profundas donde se encuentran los paradigmas. Y es ahí donde es fundamental modificar estos modelos, cambiar narrativas y no generar mensajes para el odio sino para el encuentro con los otros, la oportunidad de construir juntos y juntas una nueva realidad y saber que todos estamos: Bajo un mismo techo.

Canción Bajo el mismo techo

Canción realizada por jóvenes del proyecto.

Información para periodistas

Nataly Erazo Ospina
Líder de comunicaciones 
[email protected]
3002133561

Conoce cómo ser parte de una red global de constructores de paz.

"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo"

Eduardo Galeano