Potenciando las capacidades de lideresas sociales de alto impacto

Mariana Rodríguez 

Mariana es una rebelde incluso entre los rebeldes. Va siguiendo los pasos de otras mujeres que forman parte de ese gran colectivo feminista que lucha por la equidad de género en toda la amplitud del concepto, y a la vez se motiva en las críticas a esta corriente social. La alientan todos aquellos sujetos que cuestionen lo establecido. “Las disidentes, las que ‘no encajan’ y buscan diferentes formas de hacerlo, las decoloniales, las conscientes. Estas son el tipo de personas que me inspiran y de las que quiero aprender”.

No le da temor sentirse pequeña frente otros liderazgos, discursos y apuestas que considera arrolladoras, porque sabe que siempre está en constante crecimiento y aprendizaje. Ese es su mantra, caminar con la conciencia de que se vale equivocarse para ser cada día una mejor versión de sí misma. De ahí que vaya por la vida “de frente y sin casco”,como dice ella, aunque le desagrada un poco no encontrar una expresión menos “callejera” para describirse en ese proceso personal y cooperativo.

Hoy, forma parte de la Red de Constructores de paz y la Plataforma de las Juventudes del Municipio de Envigado, Antioquia. Desde allí quiere apostarle a la participación política, a la equidad de género y a la construcción de paz. Llegó a estos espacios después de sentir esa imperiosa necesidad de hacer parte del cambio social, en un entorno lleno de situaciones injustas y actitudes apáticas e indiferentes. Con esa motivación espera llegar a trabajar en escenarios públicos o privados por el bienestar de las mujeres, con el feminismo como bandera y guiada por la filosofía de la activista trans argentina Lohana Berkins que, siendo muy simplistas, se podría resumir en la siguiente frase: “La biología no debe ser vista como un límite”.

Mariana espera romper con ese binarismo normativo hombre/mujer que existe en la construcción del género por una asignación genital, con su característico “parcerismo”; una forma particular de conectar con los demás que ella aplica en su liderazgo. Por eso desea aportar con la construcción de un mundo donde no tengamos que ceñirnos a unos comportamientos que pretenden llenar unas expectativas sociales por aquello que hay entre nuestras piernas. “La biología debe dejar de impedir o permitir a las personas ser, crecer, sentirse y transitarse”.

Potenciando las capacidades de lideresas sociales de alto impacto

Luisa Fernanda Luna Beltrán 

La vida siempre se ha visto resumida en la pequeñez de una semilla, que contiene lo que somos, lo que podríamos llegar a ser y lo que podemos ofrecer a los demás. Tan importante para las comunidades campesinas e indígenas como ignorada en las grandes ciudades que se las dan de cúspide civilizatoria, desarrolladas y cosmopolitas. Como si habitar el mundo fuera una cosa distinta a hundir las raíces en la tierra y moverse al ritmo de la abrigadora madre naturaleza.

Así ve Luisa su propio trasegar por este planeta, su historia ha sido como una pequeña semilla sembrada hace 27 años que, “sin darse cuenta, logra que el brote verde se expanda y llegue a cubrir su pequeña parcela. Si logras ver un árbol con las raíces fuertes, el tronco grande y todo su folleje en armonía, en el cemento bogotano, ese gran fruto soy yo”.

Pero dar buena sombra en medio del ferviente hormigón no es un asunto que se logra de la noche a la mañana. Se requiere tiempo, paciencia y una extraordinaria forma de arte con olores, sabores, sonidos y figuras que solo la naturaleza puede lograr. Por eso Luisa lleva 12 años apostándole al hip hop como una herramienta de transformación social y está estudiando una licenciatura en educación básica con énfasis en educación artística. Quiere, junto con la Escuela Libertaria de Educación Popular, reconstruir el tejido social y apostarle  a la construcción colectiva de la paz con educación y arte. En pocas palabras no se conforma con su resistencia, sino que desea hacer crecer a su alrededor un bosque para que ningún árbol se levante solitario. Un bosque plural que sirva de medicina en la “sanación espiritual dentro de un sistema patriarcal, machista y violento con la diversidad.”

En este sentido, de la mano de Fundación Mi Sangre, ella también se esfuerza porque las mujeres diversas en situación de calle no se marchiten. Con una iniciativa, que ha llamado “Yo también existo”, espera ayudar a que todas tengan una vida mejor a través de herramientas educativas y pedagógicas.

Su secreto está en hundir profundamente las raíces. Luisa se inspira en sus ancestros y los pueblos originarios que tienen una forma de ver la existencia y habitar los territorios que se alejan del cemento sobre el que ella misma está anclada como un acto de rebeldía.

Mientras se alza también sueña con poner la tierra en el centro, que devuelvan aquella que se han robado, que todos tengamos donde sembrar y nos enfoquemos en el agua y la comida para conseguir, a partir de ahí, todo lo demás. 

Es una ilusión que la lleva a abrazar a “todos los que hacen de la madre tierra una revolución consciente del mundo con amor”. También se abraza amorosamente a sí misma. Sabe que no es perfecta y que no tiene porqué serlo. Prefiere aprender del error, hacer canciones y sanar en la montaña. Al final lo importante es “servir bien” y “construir posibilidades para el buen vivir en comunidad”; así como lo viene haciendo, con el hip hop y otras  iniciativas, “porque hay esperanza y mientras la haya siempre valdrá la pena”.

Potenciando las capacidades de lideresas sociales de alto impacto

Cruz Helena Valencia 

La cultura colombiana está profundamente atravesada por el machismo y los estereotipos del patriarcado. Por eso se dice, en muchas partes, que el proyecto de vida de la mujer es simplemente atender a su marido, criar a los hijos y cocinar. A lo sumo, estudiar las carreras acordes a la feminidad y dejar que los hombres sigan haciendo las cosas “exclusivas” que hacen los hombres. 

Sin embargo, jóvenes como Cruz Helena, se niegan a creer que las mujeres no puedan trabajar en los oficios que han sido preponderantemente masculinos. De modo que busca sanar las heridas de la desigualdad de género en su tierra chocoana, particularmente en Quibdó,  a través de la Escuela de Robótica del Chocó y el Programa Innovation Girl; empoderando a las niñas y las adolescentes del departamento mediante la robótica, la ciencia y la tecnología. Pretende con estas iniciativas que las mujeres abran espacios laborales en estos sectores, para que en el futuro cercano sean industrias más diversas y con mayor representación femenina.

Su propia historia se ha convertido en su principal motivación para emprender el camino de sus sueños. Ella al igual que muchas otras, proviene de una familia sencilla que tuvo que luchársela para salir adelante. Fueron varios los desafíos que tuvo que sortear para llegar a ser lo que es hoy en día; aunque hubo uno en especial que la marcó de forma permanente y definitiva. Ella lo llama “mi impulso de liderazgo”, y ocurrió antes de entrar a la universidad a estudiar derecho, cuando Cruz Helena encontró barreras sociales, raciales, económicas y geográficas para iniciar su carrera. Todo parecía estar en contra de su objetivo de ser abogada, hasta que halló en su interior habilidades de gestión que no sabía que tenía, y se las ingenió para conseguir una beca, tocando todas las puertas que encontró. “Movida por esa situación , hoy en día, me considero una joven apasionada por el cambio y la transformación social”.

Esa experiencia creó en ella un hondo sentido de pertenencia e instaló un deseo de contribución a su comunidad. Esto la llevó a buscar estrategias para ayudar a otros. Empezó por crear entornos educativos diferentes a los institucionales y promover el liderazgo juvenil; siempre con el enfoque de género como eje transversal para reivindicar a las mujeres chocoanas y cerrar las brechas que ha abierto el patriarcado.

Cruz Helena, es una joven que no solo se mueve sino que moviliza. En el futuro se visibiliza como un referente para otros jóvenes que han sido especialmente marcados por los fenómenos de violencia y racialización que sufre su departamento. De ahí que se inspire en personas como Paula Moreno, ex ministra de cultura y presidente de la Corporación Manos Visibles. Espera ser como ella y convertirse también en un mujer entregada al servicio y “la transformación del pueblo negro”, promoviendo la importancia del territorio construído desde los liderazgos propios de las comunidades afrodecendientes.

Quiere seguir tocando vidas para derribar los paradigmas que se esconden detrás de la ciencia y la tecnología, luchando desde el amor y el respeto para que las mujeres no sean robóticas por tener que ceñirse sin protestar a los roles instituidos por el machismo, sino porque a través de cables y tornillos logran su independencia.

Conoce cómo ser parte de una red global de constructores de paz.

"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo"

Eduardo Galeano